Allí nos encontrábamos cada día con su dulce mirada amarilla y su insaciable cariño felino que pronto hizo que se convirtiera en la gata más mimada de la zona.
La vida empezó a complicarse para nuestra gata con apenas seis meses quedó embarazada, este primer embarazo fue muy duro tuvo lombrices y se quedó muy delgada, sólo tenía barriga y apenas podía moverse. Tuvo a sus hijos y con el paso del tiempo volvió a pasar por 2 embarazos más.
Aquí vemos a Aisha durante uno de sus embarazos
Así pasaban los días, ella que vivía en el infierno de la calle era para nosotras un trocito de cielo gris azulado en medio de la acera. Por muy duro que hubiera sido nuestro día cuando nos acercábamos a las escaleras del Baluarte y decíamos “...¿y mi niña? ...aparecía corriendo y con su presencia de felina guapísima iluminaba nuestro día.
Al final en el último momento apareció un hogar para ella en la provincia de Cádiz, la llevamos al veterinario que nos decía que no parecía una gata callejera, ella se dejaba hacer todo ronroneando...¡Claro! ella nunca se resignó a ser callejera.
Una vez esterilizada, pasó la recuperación en casa de Jesús donde recibió las atenciones más cariñosas.Aisha recuperándose en casa de Jesús
Ya recuperada iniciamos el viaje a Arcos de la Frontera, donde se encontraba su hogar definitivo. Fué un día alegre y triste al mismo tiempo, ya que, a pesar de que Isabel y Javi nos comentaban que podríamos ir a visitarla siempre que quisiéramos, nos separábamos de ella para siempre.
Recuerdo cuando de camino a la playa mirábamos en silencio a nuestra niña, durmiendo bajo un rayo de luz que rozaba un coche, parecía estar soñando...soñaba con unos dueños cariñosos y atentos que la cuidaran..... Seguro que imaginaba una casita calentita y segura donde vivir feliz y dormir plácidamente..
Aisha junto a Isabel
Ahora AISHA, que así se llama tiene todo lo que soñaba bajo ese coche, gracias a todos los que la quisimos tanto pero sobre todo gracias a Isabel y Javi, sus dueños que han preferido salvar la vida de un animal que comprar un artículo de compañía en una tienda y con esa sensible e inteligente elección han cumplido el sueño más ambicioso de nuestra gata callejera.
Hace poco visitamos a Aisha la vimos feliz y mimada, en el hogar que siempre imaginábamos para ella. Puede que recuerde sus días de gata callejera, revivirá el frío, la lluvia, los peligros, el hambre, esperamos que pronto olvide y aleje de su felino pensamiento todos esos recuerdos pero que cuando repose tranquila y feliz en sus sueños gatunos nunca olvide nuestro cariño, nuestros mimos porque nosotras no olvidaremos jamás, ese trocito de cielo gris azulado que se quedará para siempre en nuestro corazón.
2 comentarios:
Qué paradójico resulta que algunas personas hayan pensado que ntra gata gris era casera y que utilizamos la campaña para castrarla gratuitamente,con todo lo que hemos sufrido durante dos años, al verla en la calle indefensa, con todas las lágrimas que hemos echado por la impotencia de no poder quedárnosla.
Lo que algunas personas por lo visto no entienden es que ser una gata callejera no es sinónimo de ser una gata despreciada porque aunque Aisa era callejera tenia a muchas personas que la querian y la cuidaban cada día:Paco, Pepe, Jesús, las dueñas de la perrita Sandy, Mercedes...luego aparecieron May y Raquel que nos ayudaron en lo que pudieron para salvarle la vida, no entiendo como alguien puede ver algún acto interesado en todo lo que hicimos.
Queriamos aprovechar estas líneas para darle unas gracias especiales a Raquel que nos ayudó con todo ese buen corazón que tiene y que no dudo ni un segundo en ayudarnos cdo la llamamos desesperadas pues habiamos encontrado un albergue para la gata en Madrid pero sólo la acogian si estaba esterilizada, sentimos mucho todos los problemas que le hemos causado pero al menos Raquel, te quedará siempre la satisfacción se saber que esta gatita está a salvo y feliz gracias a tu buen corazón, a veces se ayuda mucho más a los animales con la fuerza del corazón que con el poder que pueda darte un cargo.
Enhorabuena!! (que pechá de llorar me he dao...)
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